El tema de que la identidad de género está en el cerebro es incombustible. Vuelve una y otra vez, y se repite más que el ajo, y al igual que el ajo repetido, deja mal sabor de boca, molestias en el estómago, y un aliento repugnante. Por desgracia, mientras que el ajo tiene grandes propiedades que lo convierten en un alimento muy recomendable, el tema del cerebro y los baños de hormonas durante el embarazo, no posee ninguna característica beneficiosa.
Hay tres motivos por los que te conviene dejar de darle vueltas a este tema.
1. Es transfóbico.
No, no estoy diciendo que tú seas transfóbico o transfóbica. Si has llegado a esta página web, lo más probable es que no lo seas (aunque te sorprendería cuanta atención me prestan los transfóbicos hispanohablantes). Sin embargo, la cuestión de la causa de la transexualidad sí que es transfóbica en sí.
Preguntar cuál es la causa de la transexualidad, y buscar la respuesta en publicaciones científicas, es exactamente lo mismo que preguntarse qué es lo que ha fallado para que una persona trans aparezca.
¿Quieres que te diga cuál es la causa de la transexualidad? Es muy sencilla: resulta que vivimos en una sociedad llena de personas que creen que se puede predecir la personalidad y el destino de alguien por la forma de sus genitales. También hay gente que cree que se puede predecir la personalidad y el destino de la gente usando la astrología, el tarot, y otros métodos esotéricos similares. Lo que pasa es que cuando un virgo se comporta como si fuera leo, nadie dice que es “transastrológico”, ni se pregunta qué ocurrió en el vientre de su madre para que esa persona no siga el destino marcado por las estrellas. Cuando una persona no se comporta según lo que se espera de sus genitales, entonces se forma un escándalo de tres pares de narices, como si se fuese a acabar el mundo sólo por eso.
Al igual que ocurre con la astrología, es mucho más interesante preguntarse por qué funciona que por qué no funciona. El por qué no funciona, es obvio: no existe relación entre la personalidad y las estrellas (astrología). Tampoco existe relación entre la personalidad y las manos (quiromancia), ni entre la personalidad y los genitales (sexuación social).
Que haya tenido que escribir todo esto para explicar algo que debería ser obvio, ya indica el nivel de transfobia que existe en nuestra sociedad. Que haya gente que insista en que debe existir una correlación “correcta” entre el cerebro y los genitales, y esté deseando que se demuestre qué es lo que hace que esa relación correcta a veces se tuerza, no hace más que empeorar el tema.
Otras preguntas que sería mucho más interesante responder serían:
- ¿Cuál es el origen de la transfobia?
- ¿Qué hace que las personas cis estén felices de asumir la identidad que se les ha impuesto?
- ¿De dónde sale la necesidad de encajar la diversidad natural de la especie humana en estrechas clasificaciones binarias?
2. Porque es obvio que el embarazo no tiene nada que ver con la transexualidad.
No es necesario hacer complicados y dudosos estudios para darse cuenta de que las hormonas del embarazo no tienen nada que ver con la transexualidad. Basta con abrir los ojos y mirar a los hermanos gemelos.
Los gemelos son personas genéticamente idénticas, que se han desarrollado en el mismo embarazo. En una pareja de gemelos, ambos pueden ser cis, ambos pueden ser trans, o puede darse el caso de que uno sea cis, y el otro sea trans. Mismos genes, mismas hormonas, mismo entorno de crianza. Lo interesante aquí no es que haya casos en que ambos son trans, o ambos son cis, sino que se dan casos en que uno es trans, y el otro es cis, lo que significa que la identidad de género no viene determinada ni por los genitales, ni por los cromosomas, ni por los baños hormonales durante el embarazo. Si la identidad de género se determinase de esa forma, el caso de dos gemelos idénticos en el que uno es trans y el otro es cis, no podría existir.
Por supuesto, ninguno de esos científicos expertos en demostrar qué es lo que ha fallado para que aparezca una persona trans tienen interés en investigar sobre parejas de gemelos idénticos… eso podría dar unos resultados no queridos, y eso me lleva al tercer punto.
3. Porque la mayoría de los estudios se han hecho con métodos dudosos, y se contradicen entre ellos.
¿Saben los científicos lo que quieren demostrar cada vez que inician uno de estos estudios? Por supuesto que sí: pretenden demostrar que el cerebro de las mujeres, y el cerebro de los hombres es distinto, para así poder justificar y perpetuar un modelo de sociedad en el que ellos y ellas tienen papeles bien definidos, y para dar naturalizar ese código de género que dice que las mujeres se deben someter a los hombres, ambos se tienen que someter al código de género en si.
A la hora de realizar una investigación científica seria sobre la influencia de ciertas substancias sobre las personas, se utiliza el método “doble ciego”. A un grupo se le da una substancia x, y al otro grupo se le da un placebo. Las personas participantes no saben quién recibió cada cosa, y los científicos que realizan el estudio, tampoco.
En los estudios sobre el cerebro de hombres y mujeres, cis y trans, no existe control sobre lo que ha recibido cada cual, y definitivamente, no hay grupo que haya recibido placebo. Pero, más importante aún, los científicos que realizan el estudio saben a quién pertenecen las imágenes de los cerebros que están estudiando, así que les resulta muy fácil buscar un rasgo que todos los cerebros de “mujeres” participantes tengan en común, y luego un rasgo que todos los cerebros de “hombres” participantes tengan en común, para finalmente decir ¡Eureka! ¡Esta es la diferencia entre hombres y mujeres, entre trans y cis! Especialmente, cuando trabajan con grupos muy pequeños de personas (generalmente menos de 100, y todos con un origen étnico y cultural similar).
Pero ¿podría darse el caso de que en un estudio científico, los investigadores pudiesen adivinar la identidad de género de una persona tan sólo mirando imágenes del cerebro? Yo todavía no he visto ninguno, es decir, que no se puede hacer.
Mientras eso se demuestra, yo me quedo con este estudio, que envuelve a 1.400 personas, realizado en tres países diferentes, que dice que aunque es cierto que existen algunas diferencias anatómicas determinadas en función del sexo, estas no permiten dividir a los seres humanos en dos categorías.
Hola, me gusta mucho esta página y agradezco el trabajo de dar a conocer la transexualidad. Hay una cosa que no comparto y la comento por que me llama la atención pues lo he oído más veces. Si creo que pueda haber una actitud de rechazo a la transexualidad cuando se pregunta la causa pero también creo que no necesariamente esconde siempre esto. A veces es necesidad y deseo de conocer la realidad, sin más. Todas las preguntas que planteas parecen interesante, por qué algunas personas sienten de un modo y otras de otro, por qué los cisexuales se sienten a gusto así, por que hay rechazo a lo diverso, porqué hoy se puede plantear y no se podía en los años 50, quiero decir que más allá del lío social que haya la propia curiosidad sobre la vida puede justificar el deseo de saber no tanto la causa si no los mecanismos de la transexualidad, así como de cualquier otra cosa observable y cognoscible en el mundo. Es verdad que si todo lo demás no te interesa y solo te interesa el por qué de la transexualidad a lo mejor todavía estas en ese punto en que te parece algo malo. Gracias por todo.
Hola María Antonia. ¡Muchas gracias por tu comentario! La verdad es que no puedo añadir nada más porque en el artículo ya me he explayado todo lo que he querido, pero respeto que no estés de acuerdo en ésto (faltaría más).
Hola, Pablo. En primer lugar, quisiera agradecer a ti a todas las personas involucradas en la trans tienda por la labor que hacéis para que las personas trans nos sintamos un poco mejor con nuestro cuerpo.
Dicho esto, yo también son hombre trans y, sin embargo, no estoy de acuerdo en lo que planteas, aunque creo que puedo entender los motivos por los que lo haces. No obstante, las personas trans somos diversas, y no una mente colmena. Es natural que no coincidamos en todo.
La hipótesis de que las hormonas que afectan al feto durante el embarazo podrían relacionarse con la identidad de género no me parece tránsfoba en sí misma. La transexualidad forma parte la diversidad humana, como lo es nuestra estatura, el color de nuestros cabellos o el de nuestra piel. Por ejemplo, ahora sabemos que es la melanina lo que le da a la piel su color, y nadie diría que esta afirmación es racista por sí sola. El problema llega cuando determinada gente pretende utilizar argumentos pseudocientíficos para justificar sus ideas de odio, o bien cuando los datos científicos no son adecuadamente interpretados debido a los sesgos de las personas que lo hacen.
Durante mucho tiempo, las personas trans hemos sido consideradas como algo anormal que la “ciencia” debía “corregir”, y hasta hace muy poco la transexualidad (no la disforia de género, es decir, el malestar con nuestro cuerpo) se consideraba una enfermedad mental. Antes de acceder a operaciones y tratamiento hormonal, muchas personas trans tuvimos que acudir a un psicólogo, no para descartar posibles problemas mentales que nada tuviesen que ver con nuestra identidad, ni para obtener apoyo emocional, sino para que esta persona “diagnosticase” que éramos trans. En otras palabras, un completo extraño “decidía” si éramos hombre o mujer. Esto es absurdo, porque realmente ni siquiera las personas trans podemos “decidir” si somos hombre, mujer, o ninguna de las dos cosas (al nacer con vulva, para mí hubiera sido mucho más fácil elegir ser mujer). No me malinterpretéis, la medicina juega un papel importante en el bienestar de las personas trans (aunque es cierto que algunas personas trans no necesitan pasar por una transición física, y que cada transición es diferente). De hecho, el tratamiento hormonal y las operaciones salvaron mi vida.
En cualquier caso, creo que el enfoque patologizante hacia la transexualidad no ha beneficiado al colectivo, y justifica totalmente la desconfianza de algunas personas trans hacia los estudios científicos sobre la propia transexualidad.
Sin embargo, creo que no todo es blanco o negro. No pienso que nuestra identidad o comportamientos estén total y absolutamente determinados por factores biológicos como puedan ser las hormonas. Tampoco creo que nuestra identidad de género tenga un origen 100% cultural (de hecho, vivimos en una cultura que todavía reprime las identidades trans).
Efectivamente, no existe un cerebro claramente masculino y otro claramente femenino. Sin embargo, al tener una gran muestra de cerebros sí podrían observarse ciertas diferencias entre unos y otros. Aunque todavía se ha investigado poco sobre la transexualidad en general y sobre este tema en particular, algunos estudios parecen indicar que, en muchos casos, el cerebro de las mujeres trans se acercaría en determinadas zonas al de las mujeres cis, mientras que el cerebro de los hombres trans guardarían similitudes en otras zonas con el cerebro de los hombre cis. No digo que estos estudios lleven necesariamente la razón, pero considero que sería interesante que se siguiera investigando es esta línea.
Dejo el enlace de un vídeo donde una conocida divulgadora científica y otras profesionales (entre las que se encuentra una mujer trans) explican esto mucho mejor que yo. Evidentemente, como persona trans puedo sacarle algunos inconvenientes pero, en general, me parece que se expresan de forma clara.
https://www.youtube.com/watch?v=38W02U1T_5o
Hola Leo, muchas gracias por tu aportación al debate y por tomarte el tiempo para dejar tu comentario. Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo contigo en que todo el mundo tiene derecho a su propia opinión y respeto totalmente tu punto de vista. Sin embargo, varios años después de haber escrito éste artículo, y después de haber hablado con diversas personas que opinan distinto… ¡Sigo pensando lo mismo! ¡Y por los mismos motivos! Y como realmente no tengo gran cosa que añadir, no me voy a extender mucho en la respuesta. Quizá lo único que comentaría es que cuando se investiga por qué se producen las diferencias del color de la piel, eso no incide en la identidad de las personas de distintas razas, porque la raza no se determina en función del color de la piel sino de otros diversos factores (por ejemplo, los rasgos faciales, el cabello) y la superioridad de la raza blanca no se afirma (por parte de los racistas) en que el color de la piel sea mejor, sino en que las personas de raza blanca venimos de una estirpe mejor. Las afirmaciones sexistas, en cambio, sí que se basan en la mayor o menor capacidad de las mujeres para hacer ciertas cosas, o en una predisposición natural a hacer o dejar de ciertas otras. Por ejemplo, el otro día un amigo mío comentaba que en la música el 30% de las profesionales son mujeres porque “a lo mejor no tienen interés en ello”, lo que está refiriéndose indirectamente a que las mujeres, de manera natural y por el hecho de serlo, no tienen interés en ser profesionales de la música. Así que apuntar hacia distintas configuraciones naturales del cerebro apuntala de manera directa el sexismo. Al menos ésta es mi opinión, aunque como he dicho, respeto otros puntos de vista.